¿Recuerdas este aroma de tu infancia? Un pastel dorado y esponjoso que se derretía en la boca mientras escuchabas las historias del pasado de la abuela.
Se llamaba “Pastel de Ratón”, un nombre extraño para un pastel de maná que provenía de una república soviética.
¿Por qué Myshkin? Quizás porque desapareció de la mesa más rápido que el ágil animalito. O porque la receta estuvo oculta durante décadas como una reliquia.

Pero el secreto del sabor no está en el nombre, sino en la ingeniosa sencillez: la tarta requiere productos baratos que cualquier ama de casa tiene, y 10 minutos de preparación.
Imagínese: sémola, leche, huevos, una pizca de vainillina: ingredientes comunes y corrientes escondidos en la cocina.
Y luego la magia: verter un vaso de cereales con dos vasos de leche tibia o kéfir, dejar reposar durante una hora y luego mezclar con dos huevos batidos, un vaso de azúcar y 100 g de margarina derretida.
Vierta un vaso de harina (si lo desea, puede reemplazarla con un segundo vaso de sémola).
No olvides una cucharadita de levadura en polvo (bicarbonato de sodio), un sobre de vainillina y una pizca de sal.
La masa quedará como una nube, en la que puedes añadir manzanas, plátanos o pasas, pero incluso sin ellos obtendrás una obra maestra.
¿El horno está precalentado a 180°C? Envíe el formulario durante 35 minutos…
Y aquí está: el pastel que hizo que los vecinos llamaran a la puerta y los niños se apresuraran a tocarlo con los dedos para lamer el azúcar en polvo pegado a los bordes.
Pruébalo y entenderás por qué a la gente de la URSS le encantaba este pastel pero le daba vergüenza admitirlo.