Dejar un cucharón o incluso una simple cuchara en una cacerola de borscht o, por ejemplo, de sopa se ha considerado durante mucho tiempo un mal augurio.
Sin embargo, existen razones más serias para atenerse a esta prohibición.
El primero de estos motivos es que los utensilios metálicos que entran en contacto con los alimentos se oxidan.
Como resultado, se forma todo un microambiente en la sartén, lo que hace que los alimentos se echen a perder más rápido y, por lo tanto, el plato se volverá amargo rápidamente.
Y si los cubiertos están cubiertos de rayones y otros daños de este tipo (lo cual, como ve, ocurre con bastante frecuencia), este proceso será aún más rápido.
Otro “efecto secundario” de la oxidación de metales es un sabor metálico desagradable.
Finalmente, la composición del acero inoxidable, que se utiliza para fabricar los mismos cucharones, incluye níquel. Este metal, a su vez, puede provocar una reacción alérgica.
Y el aluminio, que interactúa activamente con los alimentos, puede afectar el bienestar del cuerpo, aseguran amas de casa con muchos años de experiencia. Si tomas en cuenta sus recomendaciones o no, depende de ti decidir.