Un manojo de lechuga, un par de ramitas de eneldo, un puñado de perejil… Todo esto se puede encontrar en cualquier cocina.
Las verduras frescas no solo son una verdadera bomba de vitaminas, sino también una forma de diversificar el sabor habitual de los platos y decorarlos antes de servirlos.
Sin embargo, las cebolletas, la rúcula y otras similares, lamentablemente, no duran mucho.
Al poco tiempo que las verduras pasan en el frigorífico, se vuelven letárgicas y adquieren un aspecto poco apetecible. Ya no vale la pena usarlo en el proceso de preparación de un plato en particular.
¿Qué hacer para prolongar la “vida” de las verduras recolectadas? A continuación encontrará un plano detallado.
1. Enjuague las verduras con agua fría y luego coloque las ramitas sobre una toalla de papel para que se sequen un poco.
2. Recorta los extremos de los tallos y colócalos en un vaso lleno de agua fría.
3. Ahora cubra la estructura resultante con una bolsa de plástico y asegúrela al vidrio con una banda elástica.
4. No olvides cambiar el agua del vaso; debes hacerlo cada pocos días.