El debate sobre los hornos microondas recuerda a las leyendas urbanas: algunos están seguros de que “matan” los alimentos, mientras que otros tienen miedo de acercarse a un aparato en funcionamiento.
Pero ¿qué es verdad y qué es ficción en esto?
Los nutricionistas explicaron qué temores sobre los hornos microondas han quedado obsoletos y a qué realmente vale la pena prestar atención.

Las microondas son una fuente de radiación.
Disipemos de inmediato el temor principal: no hay radiación radiactiva en los hornos microondas. El dispositivo utiliza ondas electromagnéticas convencionales que son seguras para los humanos.
Las ondas actúan únicamente dentro de la cámara cerrada y desaparecen cuando se apaga el dispositivo. Harás más daño si miras la pantalla de tu teléfono inteligente todo el día.
Los alimentos pierden vitaminas
Los microondas calientan los alimentos más rápido que una estufa o un horno. Gracias a esto se conservan más vitaminas y minerales en los productos.
Al freír o hervir, las sustancias beneficiosas se destruyen debido a la exposición prolongada a altas temperaturas. El horno microondas reduce el tiempo de cocción, lo que ayuda a preservar el valor de los alimentos.
El peligro principal no está en el horno, sino en los utensilios de cocina.
Los expertos instan a no culpar a la tecnología de los problemas de salud. La verdadera amenaza son los recipientes de plástico que muchas personas utilizan para calentar alimentos.
Al calentarse, liberan ftalatos, compuestos tóxicos que alteran el equilibrio hormonal.
Elija platos de cristal o cerámica. Esto reducirá los riesgos tanto para los alimentos como para el organismo.
La ciencia no confirma la conexión entre los hornos microondas y el cáncer u otras enfermedades.
Pero la costumbre de calentar los alimentos en recipientes inadecuados puede tener consecuencias mucho más graves que los míticos “rayos” del microondas.