Ni siquiera vale la pena recordar que la existencia humana es imposible sin agua.
Pero no debemos olvidar que nuestra salud, así como cómo nos sentimos e incluso nuestro aspecto, depende de la calidad del agua potable.
Varios signos indican que el agua no es apta para el consumo, por ejemplo, un cambio de color o el olor inherente al líquido.
Todos estos cambios nos dan una señal: hay toxinas en el líquido que pueden dañar nuestro organismo.
Los científicos estadounidenses que analizaron la calidad del agua del grifo llegaron a la conclusión de que puede contener contaminantes cancerígenos, en particular arsénico y elementos radiactivos.
Beber líquidos con esta composición aumenta el riesgo de cáncer.
Pongamos un ejemplo: si el agua está turbia, lo más probable es que en su composición se encuentren elementos químicos peligrosos.
A su vez, el contenido de la copa adquiere un tinte amarillo debido a la sobresaturación con hierro, cobre o plomo.
Puedes darte cuenta de que hay demasiado cobre en el agua si se pone verde.
¿Sentiste un olor a podrido en el agua? Aparece debido al sulfuro de hidrógeno. No debes saciar tu sed con tal fuente.
Un olor a "pescado", que indica un alto nivel de bario, también debería alertarlo.
Finalmente, el aumento de la dureza del agua indica que contiene exceso de magnesio y calcio. Te recordamos: el agua dura daña nuestra piel y nuestro cabello sin que nos demos cuenta. Hace que el cabello se seque y se vuelva opaco, y que la piel pique e irrite.