A mucha gente le encanta el pescado. Además es saludable: contiene proteínas y nutrientes valiosos para el organismo.
Sin embargo, algunos de estos productos pueden suponer un grave riesgo para la salud, ya que pueden contener parásitos.
Son causa de numerosas enfermedades, entre ellas infecciones intestinales, alteraciones de órganos vitales, etc.

Entre los parásitos más conocidos se encuentra la tenia ancha (que puede crecer hasta 10 m) que a menudo vive en los intestinos de los peces.
Si el pescado infectado no se cocina bien, este parásito también puede aparecer en los humanos, lo que provocará náuseas, vómitos, pérdida de apetito y debilidad general.
Otro peligro es la opistorquiasis. En este caso, el hígado y las vías biliares sufren.
La infección se transmite principalmente a través de productos de pescado crudos o poco cocinados.
Los peces también contienen trematodos (efectos nocivos para los órganos) y cestodos (difilobotriasis y teniasis).
Para minimizar el riesgo de infección, los expertos aconsejan cocinar el pescado con mucho cuidado, calentándolo a una temperatura interna de al menos +63 grados.
Se recomienda encarecidamente no comer pescado crudo o poco salado.
Entre los peces de agua dulce, los más frecuentemente afectados por parásitos son la dorada y la carpa cruciana, y entre los peces de mar, el salmón y la trucha.
Además, existe un alto riesgo de contaminación por parásitos con la lubina, el atún rojo, el blanquillo, la caballa real y el sushi comprado en tiendas.