Inyecciones de botox, rejuvenecimiento con láser, peelings ácidos: las clínicas prometen la eterna juventud, pero guardan silencio sobre las consecuencias.
Los cosmetólogos lo admiten: las inyecciones frecuentes de toxina botulínica provocan atrofia muscular.
La piel sin soporte natural se flácida y las arrugas se vuelven aún más profundas.

Los tratamientos con láser que pretenden renovar la epidermis la adelgazan, dejando el rostro indefenso frente a los rayos UV y la contaminación.
Las exfoliaciones con ácido son otra medida arriesgada. Las formulaciones agresivas destruyen el manto hidrolipídico, provocando rosácea e hiperpigmentación.
Los médicos señalan que aproximadamente el 30% de los pacientes que se someten a peelings profundos se quejan de envejecimiento prematuro al cabo de un año.
Los cosmetólogos advierten: la mesoterapia, que se promociona como una “inyección de vitaminas”, puede provocar necrosis tisular si la técnica es incorrecta.
Además, el lifting con hilos suele provocar fibrosis (se forman cicatrices debajo de la piel que deben eliminarse quirúrgicamente).
¿Alternativa? Retinol de baja concentración: estimula el colágeno sin trauma. Y no te olvides del sueño: 7-8 horas al día reducen las ojeras mejor que cualquier procedimiento.
¿Qué elegir en lugar de otros métodos radicales?
Cuidado diario con protección SPF, serums hidratantes a base de ácido hialurónico y aceite de almendras para nutrición. Añade un masaje facial manual: 5 minutos al día mejorará el flujo linfático y fortalecerá los músculos.
La juventud no es la ausencia de arrugas, sino un brillo saludable. Y no se puede comprar con dinero en el consultorio de un cosmetólogo.