Pocas personas conocen el impacto que tienen los aceites esenciales en la inmunidad y el proceso de curación.
Para comprender esta conexión, primero conviene recordar que el funcionamiento normal del sistema inmunológico se ve muy afectado por el estrés.
Por lo tanto, vale la pena utilizar diversas formas de fortalecerlo. Estos incluyen nutrición, ingesta de vitaminas y, por supuesto, trabajar con aceites esenciales de grado terapéutico.
Por ejemplo, el éter de árbol de té ayudará en caso de resfriado. También es útil si estás tratando cortes e inflamaciones causadas por hongos, bacterias o virus.
Los aceites de árbol de mirto son un auténtico antiséptico natural.
Puede aplicar este aceite esencial en áreas inflamadas, incluida la garganta, la nasofaringe y los oídos. ¿Estás sufriendo de dolor de garganta? Enjuáguelo con agua a la que se le ha añadido sal marina, refresco y aceite; este enjuague también desinfectará la cavidad bucal.
El aceite del enjuague bucal suprimirá el crecimiento de microorganismos no deseados.
También serán beneficiosos los aceites de limón, jengibre y orégano, aunque en este último caso conviene tener precaución debido a su picor. Por lo general, se aplica en los pies para las enfermedades: el éter calienta los pies y, por lo tanto, mejora el bienestar de una persona que se ha resfriado o ha sido infectada con ARVI o influenza.