La granada es una fruta ciertamente sabrosa y saludable, pero no está del todo claro cómo comerla correctamente.
Algunas personas comen granadas con sus semillas, mientras que otras no tienen prisa por tragarlas. ¿Quién está haciendo lo correcto?
Según los expertos, si no se separa la pulpa de la granada de las semillas, entrarán más antioxidantes en el cuerpo. Estas sustancias resisten el estrés oxidativo, reducen la inflamación y protegen las células del daño.
Los antioxidantes contenidos en la granada, entre otras cosas, combaten los radicales libres y mejoran el estado de la piel. Si disfrutas regularmente de esta fruta (junto con las semillas), después de un tiempo notarás que tu piel luce más joven y aterciopelada, y que aparecen arrugas, quemaduras solares e inflamación con mucha menos frecuencia.
Como resultado del consumo de granada, también se reduce el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, como diabetes y enfermedades cardíacas y vasculares.
La granada tiene un efecto especial sobre el funcionamiento del corazón. Reduce el nivel de colesterol "malo", normaliza la presión arterial y fortalece los vasos sanguíneos.
Las semillas de granada también son buenas para la digestión. Contienen mucha fibra, lo que mejora la motilidad intestinal y mantiene una microflora saludable.
Los expertos afirman que uno de los principales beneficios de comer granada con semillas son sus propiedades antitumorales. La granada contiene vitaminas C y K, ácidos fólico y elágico y antocianinas. Estas sustancias promueven la apoptosis, el proceso de destrucción de células dañadas y potencialmente peligrosas.
Eso es todo: seguramente habrá consecuencias para la salud por comer una granada con semillas, pero serán positivas.