La miel, como sabes, es un inmunomodulador natural, contiene muchas vitaminas e incluso puede actuar como un antidepresivo natural.
Las propiedades beneficiosas del producto no terminan ahí: algunos lo usan para curar heridas, otros intentan frenar el proceso de envejecimiento con miel y otros tratan la tos con miel.
Las cualidades enumeradas hacen de la miel un complemento ideal para la dieta de las mujeres embarazadas, pero no todo es tan sencillo.
El caso es que la miel puede provocar alergias: estornudos, tos, ojos llorosos, secreción nasal e incluso hinchazón.
Es cierto que los síntomas son consecuencia del consumo no de la miel en sí como producto de la apicultura, sino del polen que contiene, aunque en pequeñas cantidades.
Por lo tanto, es más seguro comer miel producida industrialmente y especialmente purificada para eliminar trazas de polen.
Además, el médico puede recomendar que una mujer embarazada abandone la miel si tiene contraindicaciones para consumir muchos dulces.
Esto sucede debido a diabetes gestacional o a un gran aumento de peso.
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