La forma más sencilla de mantener una sonrisa blanca como la nieve es evitar por completo los alimentos que puedan manchar los dientes.
Pero en las condiciones modernas esto es casi imposible y renunciar a las verduras, frutas y bayas puede afectar negativamente a la salud.
Por lo tanto, lo mejor es atenerse al justo medio: cuidar lo que come y visitar al dentista con regularidad.
Además, no olvides enjuagarte la boca después de comer con agua o un enjuague bucal especial.
Si el color del esmalte ya ha cambiado, los métodos preventivos descritos anteriormente no ayudarán: no importa cuánto se enjuague la boca después de beber una copa de vino o una taza de café, la blancura no volverá.
Para retroceder en el tiempo lo mejor es buscar ayuda profesional.
En odontología se pueden realizar limpiezas higiénicas, remineralización, blanqueamiento o utilizar métodos más drásticos utilizando materiales compuestos, coronas y carillas.
Pero los métodos caseros de blanqueamiento, como el uso de bicarbonato de sodio, jugo de limón, carbón activado y peróxido de hidrógeno, pueden no dar un resultado notable y, en el peor de los casos, dañar el esmalte y empeorar la situación.
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