Los científicos creen que hubo un tiempo en que todas las personas, sin excepción, podían mover las orejas.
Pero esta capacidad se perdió hace tanto tiempo que los científicos ahora tienen preguntas sobre por qué se ha conservado este mecanismo anatómico no funcional.
Resulta que la gente no sólo podía mover las orejas, sino incluso girarlas, como los gatos y otros animales.
Pero nuestros lejanos ancestros humanos perdieron esta capacidad hace unos 25 millones de años.
La razón de esto es la insignificancia de la opción y la falta de cualquier beneficio significativo de la habilidad.
Sin embargo, los músculos que conectan la aurícula con el cráneo continúan trabajando.
Estos músculos continúan contrayéndose mientras la persona se esfuerza por comprender el ruido que la rodea.
Los científicos creen que esto no ocurre de forma refleja, sino en el proceso de concentración, cuando una persona intenta identificar las fuentes de ruido.
Durante el experimento, utilizando un equipo especial, fue posible descubrir que los músculos de la espalda y de la parte superior del oído reaccionan de manera diferente al ruido.
Si el sonido proviene de la espalda, entonces entran en juego los músculos de la espalda, como si intentaran girar la oreja de la persona en la dirección correcta.
Si una persona intentara distinguir un sonido muy suave, se activaría el músculo superior.
En este caso, los músculos ya no pueden girar la oreja y funcionan únicamente como indicador de la carga auditiva.