La infancia es el momento en el que formamos nuestras primeras ideas sobre el mundo y muchas de ellas permanecen con nosotros de por vida.
Algunas de estas creencias resultan erróneas, pero, lamentablemente, su impacto en nuestro comportamiento y percepción de la realidad circundante puede ser significativo.
En este texto, junto con la psicóloga Ksenia Mathur, analizaremos los conceptos erróneos comunes desde la infancia que nos impiden lograr lo que queremos y vivir la vida al máximo.
Comprender estos errores te ayudará a liberarte de restricciones innecesarias y a abrir nuevos horizontes para el crecimiento personal y la felicidad.
Muchos niños aprenden que los errores son malos. Esto puede llevar a una persona a evitar riesgos y nuevas oportunidades cuando sea adulto por miedo al fracaso.
De niños, a menudo nos enseñan que los errores son terribles, aterradores y fatales. De hecho, los errores son nuestra experiencia, lo que nos permite desarrollar y enriquecer nuestra experiencia con diferentes opciones.
Desde pequeño, un niño aprende inconscientemente que el amor no se da así: hay que ganarlo, merecerlo o incluso perderlo como castigo por sus malas acciones.
Como resultado, los niños suelen depender de las opiniones de sus padres y compañeros, y a medida que crecen pueden seguir buscando la aprobación y el amor de los demás, lo que les impide seguir sus deseos y metas.
También en el futuro, el amor se convierte en objeto de manipulación y la persona es llevada a la provocación de su pareja cuando le dice, por ejemplo: “Si me amas, harás esto”, etc.
Si una persona en la infancia a menudo fue engañada y traicionada por sus seres más cercanos, si no se sentía seguro, entonces no hay confianza.
El niño se convierte entonces en una persona desconfiada, suspicaz y patológicamente celosa.
El mito de que los adultos lo saben todo: Los niños pueden pensar que los adultos siempre tienen la razón y tienen todas las respuestas. Esto puede provocar una falta de confianza en sus propios instintos y decisiones.
Siempre debes ser el mejor. Los padres demuestran que aman al niño cuando progresa o obtiene sobresalientes, y si no tiene éxito, entonces es malo, no es aceptado por sus padres ni amado.
Se refuerza al niño con el programa “para ser amado y aceptado necesito ser el mejor, el primero”. Y lo peor para un niño es que sus padres lo rechacen y no lo amen; en la infancia, esto es incluso comparable a la muerte.
Muchos niños no aprenden a expresar correctamente sus sentimientos. En la edad adulta, esto puede llevar a que las emociones se supriman o se expresen de manera inapropiada, lo que puede afectar negativamente la salud mental y las relaciones.
Por ejemplo, en la infancia se suelen escuchar las siguientes frases: “Las niñas buenas no se enojan” o “Los niños no lloran”, etc.
Al crecer, una persona se vuelve insensible, porque... Es imposible apagar sólo algunos sentimientos y experimentar otros: todos los sentimientos se apagan. Y ya no estamos enojados, ya no somos felices y, en general, hemos perdido el gusto por la vida.
Comprender lo absurdo y el impacto negativo de estos conceptos erróneos puede ayudarnos a desarrollar y construir relaciones más saludables con nosotros mismos y con los demás.