Por qué no deberías reprimir la ira

05.02.2023 21:04
Actualizado: 13.04.2023 21:10

Las emociones de ira y enfado se consideran tradicionalmente negativas.

Valery Gut, candidato de ciencias psicológicas, desarrollador de la teoría de la inteligencia adaptativa, dijo por qué no se debe reprimir la ira.

En la sociedad no es costumbre mostrarlos abiertamente, y en la religión la ira se considera incluso pecado mortal. Los arrebatos incontrolables de ira afectan las relaciones y pueden provocar una ruptura con un ser querido, por lo que las personas intentan no dar rienda suelta a sus sentimientos.

Sin embargo, no es necesario que se contenga. Y he aquí por qué.

La energía negativa también es energía.

Realmente no existen emociones malas o buenas. Son inherentes a nosotros por naturaleza y todos son igualmente importantes para el cuerpo. Las emociones son un sistema de señalización que nos permite saber lo que nos sucede a nosotros y al medio ambiente.

Foto: Pixabay

La ira es una de las emociones básicas. Aparece en momentos de peligro, cuando sentimos una amenaza sobre algo importante para nosotros y queremos proteger nuestros intereses. La ira moviliza las fuerzas y recursos vitales del cuerpo y nos da energía para responder.

La agresión saludable nos anima a contraatacar, defender nuestras opiniones o límites personales. En los negocios, la ira saludable le ayuda a afrontar la competencia o superar con éxito una crisis. Cuanto más difícil es la situación, más duro a veces hay que actuar.

Si nuestra reacción defensiva es inadecuada a la situación en la que nos encontramos, entonces estamos ante una manifestación malsana de ira. Cuando nos involucramos tanto en un conflicto que nos abruma una tormenta emocional, lo más probable es que tenga consecuencias nefastas.

Este estado se puede comparar con un deslizamiento de hielo. Una vez que subiéramos a él, nos sentáramos, nos impulsáramos y corriéramos hacia abajo, sería imposible detenernos.

En el pico de las emociones, no sólo podemos decir palabras crueles, destruir algo, sino también llegar a la violencia física. Este comportamiento causa sufrimiento a nuestros seres queridos y destruye todo el bien que se creó antes.

Es imposible reprimir por completo la ira.

Es un error creer que cuando reprimimos la ira hacia la persona que provocó este sentimiento, de esta manera la protegemos de la influencia agresiva.

Pero en muchos casos, la energía de la ira se sublima en formas de comportamiento igualmente destructivas e improductivas: resentimiento silencioso o comentarios sarcásticos. Algunas personas pueden ponerse de mal humor y no comunicarse con su pareja durante días seguidos. Esto conduce a la subestimación y al resentimiento, lo que tampoco es bueno para la relación.

Es mejor no reprimir las emociones, sino decirle honesta y abiertamente a su pareja qué es exactamente lo que le molesta. Es importante hacerlo con calma y a través de "mensajes yo", para hablar sobre lo que nosotros mismos estamos experimentando.

El término "mensajes yo" fue acuñado por el psicólogo estadounidense Thomas Gordon. Realizó un trabajo psicoterapéutico con niños y observó que tales declaraciones contribuían al diálogo constructivo. Cuando decimos “siento”, “no me gusta”, nos hacemos responsables de nuestras emociones.

Esto reduce la tensión entre los interlocutores: el compañero no tiene la sensación de estar siendo atacado y necesita defenderse.

Cuando hablamos de nuestras emociones negativas, parecemos mostrar a los demás los “lados oscuros” de nuestra personalidad. Así demostramos nuestra confianza y les damos la oportunidad, a su vez, de compartir lo que no les conviene, de liberarse de su negatividad.

Conversaciones tan sinceras solo fortalecerán las relaciones, las harán más profundas y cercanas.

La ira no expresada se dirige hacia adentro.

Cuando no permitimos que la ira salga, se queda dentro y nos destruye. “La ira es un ácido que puede hacer más daño al recipiente en el que se almacena que a aquel sobre quien se vierte”, dijo Mark Twain.

La agresión que una persona se dirige a sí misma puede provocar enfermedades psicosomáticas. A menudo, la irritación y la ira acumuladas se expresan de forma inconsciente, por ejemplo, mediante el autosabotaje. Una persona puede experimentar apatía, decepción y dudas sobre sí misma.

Uno de los fundadores de la terapia familiar, el psicoterapeuta estadounidense Carl Whitaker, cree que la naturaleza de la agresión está asociada con la energía vital, la libido y la pasión. Entonces, cuando reprimimos la agresión, también suprimimos nuestra confianza.

En un intento de hacer frente a la ira, una persona puede comer en exceso o, por el contrario, negarse a comer. Además de los trastornos alimentarios, la agresión interna conduce a varios tipos de adicciones (alcohol, drogas, juegos), toma de riesgos (conducción extrema), autolesiones (morderse los labios, uñas) e incluso el suicidio.

Para evitar que la ira nos haga daño a nosotros o a nuestros seres queridos, conviene estudiar mejor esta emoción. Cuando entendamos sus causas, aprendamos a rastrear el momento de su origen, entonces será más fácil lidiar con la ira.

Autor: Valeria Kisternaya editor de recursos de internet

Contenido
  1. La energía negativa también es energía.
  2. Es imposible reprimir por completo la ira.
  3. La ira no expresada se dirige hacia adentro.