Las gachas de avena son uno de los primeros platos que aparece en la dieta del bebé cuando llega el momento de introducir alimentos complementarios.
Las mamás y los papás que han estudiado este tema probablemente sean conscientes de la existencia de leche normal y cereales sin lácteos.
Pero vale la pena hablar de cereales funcionales por separado. Suelen estar encaminados a solucionar un problema concreto.
Algunas mezclas ayudan al niño a conciliar el sueño más rápido debido al alto valor nutricional o la flor de tilo en la composición, otras ayudan a hacer frente al estreñimiento; entre sus componentes, por regla general, se encuentran ciruelas pasas, orejones o bacterias del ácido láctico y prebióticos.
También puedes encontrar alimentos con probióticos, que son bacterias beneficiosas que forman parte de una flora intestinal saludable.
Hoy en día existen muchos cereales enriquecidos con lacto y bifidobacterias. Estos cereales son aptos tanto para niños sanos como para niños con problemas digestivos, ayudando a eliminarlos.
Para los niños mayores de un año, los fabricantes de papillas suelen ofrecer papillas más espesas, donde las frutas y bayas se presentan en trozos, lo que facilita que los bebés se familiaricen con el proceso de masticación.
Tenga en cuenta: si hablamos de cereales producidos industrialmente, después de la dilución deben consumirse en 15 a 20 minutos. Estos platos no se pueden almacenar.
La decisión sobre cuándo se puede transferir a un niño a cereales caseros para adultos debe tomarse individualmente, teniendo en cuenta las características del cuerpo del bebé y las capacidades de los padres y, en algunas situaciones, se requiere la consulta con un pediatra.