La obesidad es un problema que afecta no sólo a las personas, sino también a sus mascotas.
Incluso si un animal tiene un 20% de sobrepeso, esto está plagado de enfermedades graves: debido al hecho de que la inmunidad del perro disminuye, se vuelve más susceptible a enfermedades infecciosas y de otro tipo.
Además, la grasa comienza a llenar el espacio de los órganos internos (por ejemplo, el hígado), dañándolos.
La diabetes mellitus suele ser consecuencia de un estilo de vida sedentario y una mala alimentación. Si se descuida esta enfermedad, es mortal.
Finalmente, los kilos de más están plagados de problemas con los huesos y las articulaciones: los perros diagnosticados con artritis son letárgicos y no están interesados en los juegos ni en la actividad física.
El dueño del animal debe controlar el comportamiento de su mascota. La alarma suena cuando el perro se vuelve letárgico: simplemente no tiene suficiente energía ni fuerza para jugar, a menudo duerme, comienza a caminar menos y sufre de dificultad para respirar.
El exceso de peso, por supuesto, también cambia la apariencia del animal: ya no cabe en su cama y hay que agrandarle el collar, que antes le quedaba bien.
Si te resulta difícil ver la cintura y palpar las costillas, no pospongas la visita al especialista.
Los cambios en la dieta también deberían alertarlo cuando su mascota comienza a quejarse, a pedir comida o a demostrar agresividad mientras come.
Tus ayudantes son una nutrición adecuada y la actividad física. No olvide los controles veterinarios y los pesajes para ayudar a realizar un seguimiento del peso de su mascota.
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