El fertilizante de ortiga, si bien es conocido por su eficacia, no siempre es una solución única para los jardineros.
Algunas plantas muestran una sensibilidad inesperada a este producto orgánico aparentemente inofensivo.
Comprender sus características le ayudará a evitar errores en el cuidado del jardín.
El fertilizante de ortiga se ha ganado popularidad entre los jardineros debido a su rica composición.
Contiene nitrógeno, potasio, calcio, magnesio y muchos oligoelementos necesarios para el crecimiento sano de las plantas. Sin embargo, es esta riqueza la que puede convertirse en un problema para algunos cultivos.
El alto contenido de nitrógeno en la infusión de ortiga favorece el rápido crecimiento de la masa verde. Esto es una ventaja para muchas plantas hortícolas y ornamentales, pero no para todas.
Algunas especies, con un exceso de nitrógeno, pueden reducir su rendimiento o deteriorar la calidad del fruto.
Las legumbres como los guisantes, los frijoles, las lentejas y la soja no requieren nutrición adicional con nitrógeno.
Estos cultivos son capaces de fijar nitrógeno atmosférico de forma independiente debido a la simbiosis con bacterias nódulos en sus raíces.
El uso de fertilizante de ortiga puede alterar este proceso natural y provocar un crecimiento excesivo de masa verde en detrimento de la fructificación.
Las zanahorias, las remolachas, los nabos y otros tubérculos también reaccionan negativamente al exceso de nitrógeno.
Al utilizar fertilizante de ortiga, estas plantas pueden formar copas abundantes, pero las raíces quedarán pequeñas y deformadas.
Una situación similar se observa con las cebollas y los ajos: el exceso de nitrógeno provoca el crecimiento de las plumas, pero reduce el tamaño de los bulbos.
Aunque los tomates y los pimientos suelen responder bien a los fertilizantes orgánicos, hay que tener cuidado con el fertilizante de ortiga.
El uso excesivo puede resultar en un crecimiento excesivo del follaje a expensas de la floración y el cuajado de frutos. Además, los tomates pueden experimentar un retraso en la maduración de la fruta.
Es mejor no alimentar a los árboles frutales jóvenes y a los arbustos de bayas con infusión de ortiga en los primeros años después de la siembra.
El exceso de nitrógeno puede estimular el crecimiento de brotes que no tendrán tiempo de volverse leñosos antes del inicio del clima frío y sufrirán en invierno.
En las plantas adultas, dicha fertilización puede provocar la caída de los ovarios y reducir la resistencia al invierno.
Las plantas que prefieren suelos ácidos, como rododendros, azaleas, arándanos y arándanos, pueden reaccionar negativamente al fertilizante de ortiga.
Es alcalino y puede cambiar la acidez del suelo, provocando el deterioro de estos cultivos.