Para obtener una buena cosecha de tomates, no solo es necesario cultivar adecuadamente las plántulas, cuidarlas y combatir las plagas, sino también alimentarlas con fertilizantes adecuados.
Entre las muchas opciones diferentes para alimentar tomates, hay una muy simple, asequible y eficaz: la sal.
Sí, sí, escuchaste bien. La sal no sólo sirve para añadir sabor a los alimentos o mantener frescas las verduras y frutas.
La sal también es un fertilizante útil para los tomates, que favorece su crecimiento, desarrollo, fructificación y calidad. ¿Cómo es esto posible? Vamos a resolverlo.
La sal es un compuesto químico de sodio y cloro (NaCl) que tiene una serie de propiedades beneficiosas para las plantas. En particular, la sal puede:
• estimular el cuajado y maduración del fruto. La sal aumenta la presión osmótica en las células vegetales, lo que favorece una mejor absorción de agua y nutrientes del suelo. Esto acelera la formación de flores y ovarios en los tomates y también mejora la calidad de los frutos: se vuelven más grandes, más jugosos y más dulces;
• proteger de enfermedades y plagas. La sal tiene un efecto desinfectante y repelente. Suprime el desarrollo de infecciones fúngicas y bacterianas en los tomates, como tizón tardío, alternaria, bacteriosis, etc. Además, la sal ahuyenta algunas plagas de insectos, como pulgones, grillos topo, escarabajos de la patata de Colorado, etc.;
• mejorar el sabor de las frutas. La sal favorece la acumulación de azúcares y ácidos orgánicos en los frutos del tomate, lo que los hace más aromáticos y sabrosos. Además, la sal realza el color de las frutas, haciéndolas más brillantes y atractivas.
Hay diferentes formas de utilizar la sal para los tomates. Dependen del objetivo que se persiga: estimular el crecimiento y desarrollo de las plantas, proteger contra enfermedades y plagas o mejorar el sabor de las frutas. Éstos son algunos de ellos.
• Alimentación. Esta es la forma más común de utilizar la sal para los tomates. Para ello, es necesario preparar una solución de 1 cucharada de sal por cada 10 litros de agua. Esta solución se puede utilizar tanto para alimentación de raíces (riego) como para alimentación foliar (pulverización). La fertilización se realiza cada 10-14 días desde que aparecen los primeros ovarios hasta que el fruto comienza a madurar.
• Pulverización. Esta es una forma de utilizar la sal para proteger los tomates de enfermedades y plagas. Para ello, es necesario preparar una solución de 1 vaso de sal por cada 10 litros de agua. Esta solución se rocía sobre las plantas una vez al mes desde el inicio de la floración hasta el final de la fructificación.
• Aspersión. Esta es una forma de utilizar la sal para mejorar el sabor de las frutas. Para ello, espolvorea la tierra alrededor de los tomates con una pequeña cantidad de sal (no más de 1 cucharadita por planta) antes de regar o llover. Este método se utiliza una vez por temporada en la etapa de formación del fruto.
Para no dañar los tomates con sal, debes seguir algunas reglas al usarla. Éstos son algunos de ellos.
• No se exceda. La sal es buena, pero con moderación. Si usa sal con más frecuencia o más de lo necesario, puede provocar el efecto contrario: salinización del suelo, quemaduras de hojas o incluso la muerte de las plantas.
• Considere el tipo de suelo. La sal es más adecuada para suelos arenosos o franco arenosos ligeros que drenan el agua rápidamente y no son propensos a la sal. En suelos arcillosos pesados o chernozem, la sal puede acumularse y provocar salinidad.
• Combinar con otros fertilizantes. La sal no es un fertilizante completo para los tomates, ya que solo contiene dos elementos: sodio y cloro. Por ello, es necesario complementarlo con otros fertilizantes orgánicos o minerales que contengan nitrógeno, fósforo, potasio y otros microelementos.
Como puede ver, la sal no es solo un condimento útil para los alimentos o un conservante para verduras y frutas. La sal también es un fertilizante útil para los tomates, que puede mejorar su crecimiento y desarrollo del fruto.