Los científicos reconocen que la dieta mediterránea es el enfoque nutricional más correcto, ya que permite vivir una vida larga sin enfermedades crónicas.
Sin embargo, para que el sistema de cambio de dieta funcione correctamente, es necesario comprender las reglas básicas.
Debe olvidarse del aceite barato y nocivo, ya que provoca problemas de salud, incluida la formación de procesos inflamatorios y problemas con el sistema cardiovascular.
El tipo de aceite más popular en la dieta mediterránea es el aceite de oliva. Satura el cuerpo con sustancias importantes, promueve el rejuvenecimiento y la longevidad.
No hay dificultad en modificar completamente incluso la dieta mediterránea clásica para adaptarla a una dieta basada en plantas, ya que los productos animales tienen poco lugar en la dieta.
Con un menú de este tipo, es necesario limitar significativamente la función de la carne (no más de varias veces al mes) y su cantidad (no más de 100 gramos a la vez).
Limitar el consumo de carne ayuda a reducir el colesterol (prevención de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares) y a prevenir el cáncer y la diabetes.
En la dieta mediterránea existe una importante regla de equilibrio que no debe verse comprometida si se quiere vivir una vida larga y saludable.
Se deben respetar las siguientes proporciones: la gran mayoría de la dieta (60%) debe consistir en bayas, verduras, hierbas, frutas y cereales; la proporción de grasas valiosas es de un tercio; pero sólo el 10% del volumen total de la placa queda para proteínas.
Un tratamiento térmico inadecuado puede privar a alimentos valiosos de vitaminas y minerales. Por tanto, estudie las características de los productos. Las zanahorias, por ejemplo, se digieren bien sólo con grasas saludables y tratamiento térmico. Las espinacas, por el contrario, no se pueden hervir ni freír: hay que consumirlas con vitamina C y aceite.
Debes evitar freír por completo. Los productos se consumen mejor crudos. Se permiten métodos de cocción suaves: hervir, hornear, cocer al vapor, guisar.
Los partidarios de una dieta basada en plantas tienen a su disposición una gran cantidad de platos saludables y sabrosos que vale la pena aprender a cocinar. Un ejemplo sorprendente sería el falafel o el hummus.
La “dieta de los hígados largos” elimina casi por completo el consumo de bebidas alcohólicas. La excepción es el vino tinto de alta calidad, que es rico en antioxidantes.
Sin embargo, los expertos recuerdan que no se puede beber más de un vaso al día.
Casi todos los dulces comprados en las tiendas (y caseros) son perjudiciales para la figura y el organismo, por lo que suelen excluirse de la dieta para este tipo de dieta.
Son perfectamente sustituidos por frutas, bayas y miel.