Las mandarinas deleitan con su aroma brillante y su sabor agridulce. Si las mandarinas son francamente ácidas, entonces no es necesario comerlas en exceso hasta el punto de provocar acidez de estómago.
Existe una forma sencilla de hacerlos dulces incluso sin microondas. Dicen que este truco de vida fue inventado por amas de casa japonesas.
De nada sirve esperar a que maduren las mandarinas en el alféizar de una ventana o en un lugar oscuro. Es más probable que se sequen o se pudran.
Por eso, coge un recipiente hondo, mandarinas agrias y agua caliente.
Coloque la fruta en un bol y llénelo con agua caliente (temperatura aproximadamente 40 grados centígrados).
Después de 10 minutos, sácalo y prueba.
Si parece que no hay suficiente dulzura, escurre el agua caliente y transfiere la fruta a un recipiente con agua helada.
El truco es que debido a un cambio brusco de temperatura en las mandarinas, el ácido se destruye y la fruta adquiere un sabor dulce.
Suelen ser frutos de color naranja o naranja intenso y sin imperfecciones.
Se cree que cuanto más clara es la piel de la mandarina, más ácida es la fruta.
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