Las mandarinas son el regalo de invierno favorito de muchos.
Sin embargo, su acidez a veces puede resultar abrumadora, especialmente para quienes prefieren un sabor más dulce.
Hay formas de hacer que estos cítricos sean más tiernos y sabrosos sin recurrir a edulcorantes adicionales.
Yulia Arkhipova, experta en el campo culinario de la publicación en línea Belnovosti, cocinera y panadera de cuarta, compartió consejos útiles.
El primer paso hacia mandarinas menos ácidas comienza en la tienda o mercado. Al elegir frutas, debes prestar atención a su apariencia y aroma.
Las mandarinas maduras tienen un intenso color naranja y una piel ligeramente maleable. Exudan un característico olor dulzón, que se intensifica cuando se presiona ligeramente sobre la piel.
Es probable que las frutas demasiado duras o verdosas sean ácidas.
Una forma sencilla de reducir la acidez de las mandarinas es cocinarlas. La fruta se puede colocar en agua tibia durante unos minutos o mantenerla cerca de una fuente de calor como un radiador.
El calor ayuda a acelerar los procesos que ocurren en el interior de la fruta, lo que provoca un aumento del contenido de azúcar y una disminución de la acidez.
El sabor amargo de las mandarinas se puede suavizar comiéndolas en combinación con ciertos alimentos.
Por ejemplo, agregar rodajas de mandarina a una ensalada de frutas con plátanos o manzanas ayudará a equilibrar el sabor.
También puedes utilizar mandarinas como ingrediente para la elaboración de postres, donde su acidez se equilibrará con el dulzor de otros componentes.
Existen técnicas culinarias para reducir la acidez de las mandarinas a la hora de utilizarlas en los platos.
Por ejemplo, a la hora de preparar mermelada o confitura de mandarina, puedes añadir una pizca de refresco, que neutraliza parte del ácido. Otra opción es caramelizar las rodajas de mandarina en una sartén con un poco de azúcar, lo que les aportará un extra de dulzor.
La forma en que se almacenan las mandarinas también afecta su sabor. El almacenamiento a temperaturas demasiado bajas puede provocar una pérdida de dulzura y un aumento del sabor amargo.
La temperatura óptima para almacenar mandarinas es de 3 a 8 grados centígrados. En tales condiciones, las frutas conservan su sabor y aroma de la mejor manera posible.