Las chuletas no siempre quedan suaves y jugosas.
Pero los cocineros no profesionales suelen quejarse de este problema.
El plato preparado por el chef seguro que queda tierno.
¿Cuál es el secreto? La respuesta es sencilla: remojar previamente la carne.
Después de terminar de batir la carne, el cocinero debe tomar un bol, verter en él 100 mililitros de leche y agregar un huevo crudo.
Se debe salar, condimentar y mezclar bien el contenido del recipiente.
A continuación, se debe sumergir la carne, que previamente fue "procesada" con un martillo especial, en el líquido resultante.
Las chuletas se deben colocar en un bol esmaltado y rellenar con el resto de la mezcla de leche y huevo.
El recipiente con todo su contenido debe colocarse en el estante del aparato de refrigeración.
Pasadas unas horas se pueden sacar las chuletas y empezar a freír.
El resultado del tratamiento térmico del producto cárnico serán chuletas increíblemente suaves y jugosas.
El plato quedará perfectamente masticable y tendrá un sabor muy brillante.
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