En la vejez, todos nos volvemos menos flexibles e incluso una tarea tan sencilla como ponerse de pie empieza a resultar difícil.
Hay muchas razones por las que a las personas les resulta más difícil mantenerse de pie a medida que envejecen.
Para empezar, con el tiempo, los tendones se tensan alrededor de las articulaciones y el cartílago entre ellas se rompe.
Además, se produce un deterioro general del estado de los ligamentos y una disminución del volumen de líquido sinovial (es decir, líquido de la articulación).
También se reduce la tensión en los músculos que rodean la articulación.
Con la edad, la masa muscular también disminuye. El músculo cuádriceps, que se encuentra en la superficie frontal del muslo, "sufre" especialmente; por cierto, nos ayuda a levantarnos de una silla.
Pero no te rindas de antemano.
Existen métodos probados que ayudan a frenar todos estos cambios. Entre ellas se incluye la actividad física regular: ralentiza la pérdida de flexibilidad, ayuda a mejorar la densidad ósea y favorece la salud cardiovascular y mental.
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