En las disputas, especialmente cuando se discuten temas delicados o personales, es fácil caer en conflictos y dejar de escucharse unos a otros.
Ser personal a menudo conduce a la destrucción de las relaciones, lo que hace imposible el diálogo constructivo.
Un aspecto importante de una argumentación exitosa es centrarse en la esencia del problema y no en la personalidad del interlocutor.
Esto requiere habilidades de escucha activa, la capacidad de articular los propios pensamientos y un sentido de los límites de la comunicación respetuosa. Además, vale la pena recordar que todo punto de vista tiene derecho a existir y la apertura a las opiniones de los demás puede enriquecer enormemente nuestra propia visión del problema.
En este texto, junto con la psicóloga Ksenia Mathur, veremos estrategias efectivas que lo ayudarán a llevar a cabo discusiones con dignidad, evitando ataques personales y manteniendo el enfoque en los temas que se están discutiendo.
Lo más importante que hay que entender es que discutir es bueno. En una disputa nace la verdad y las relaciones se profundizan. En una disputa podemos conocernos mejor a nosotros mismos y a los demás, por así decirlo, desde diferentes lados.
Pero, lamentablemente, muchos temen las disputas, los conflictos y los enfrentamientos. Simplemente porque no saben cómo hacerlo de forma eficaz y segura para todos los participantes.
La regla principal que te permite discutir y no destruir relaciones es hablar de ti mismo, de tus sentimientos e intereses. Di que esta es tu opinión, tu deseo, tus intereses.
Evite declaraciones categóricas como: “¡Esto debería ser exactamente así! ¡Esto es correcto! ¡Todo el mundo lo hace! Diga: “Creo que sí, mi opinión, creo que sí, me entristece, me parece que sí”.
La insistencia categórica y agresiva en la propia rectitud provoca confrontación y agresión en las personas. Y cuando hablas de tu opinión, no te opones a los demás, no devalúas a la otra persona, sino que hablas de tu opinión e intereses.
Segundo: aprende a escuchar y respetar las opiniones de los demás. Recuerda que hay tantas opiniones como personas. Y cada persona tiene derecho a tener su propia opinión, incluso si difiere de la suya o de la opinión de la mayoría.
Cada persona tiene su propia experiencia de vida, su propia imagen del mundo y su propia opinión sobre cualquier situación. Por lo tanto, la otra persona puede ver la situación desde una perspectiva diferente a la tuya.
En tercer lugar, no importa lo indignado que esté por la posición y opinión de otra persona, no está de acuerdo con su opinión y posición, y no con la persona misma. Por lo tanto, trate de no ser personal ni insultar a su oponente. Trate de no confundir la opinión y la posición de una persona con su personalidad.
Puede que no estés de acuerdo con él, pero esto no hace que la persona sea mala y tu enemiga. Por tanto, no se debe recurrir a insultos, humillaciones y valoraciones de la propia persona, esto sólo conducirá a conflictos y relaciones dañadas.
Al iniciar cualquier disputa, es importante entender cuál es su propósito. ¿Es tan importante para usted determinar la verdad o es importante que simplemente tenga razón y gane la discusión? El segundo objetivo siempre implica la inutilidad de las disputas y no beneficia a ninguno de los participantes en este proceso.
Sucede que a una persona le gusta discutir y entra en todo tipo de confrontaciones por el motivo mismo de la discusión y disfruta de ello. No es aconsejable discutir con esas personas en absoluto, ya que esta disputa siempre no tendrá sentido y consumirá energía para usted.