¿Cancelarás reuniones con tus amigos si él está en contra? ¿Cambiar tus planes de fin de semana para complacerlo?
Felicitaciones: estás atrapado en la codependencia.
Los psicólogos identifican cuatro señales clave que convierten las relaciones saludables en esclavitud tóxica.

Lo primero es la justificación de sus errores. "Está gritando porque está cansado", "Se olvidó de su cumpleaños, tiene trabajo".
Tales pensamientos no perdonan a tu pareja, sino que destruyen tus límites.
Ejemplo: Alina hizo la vista gorda ante la mala educación de su marido durante años hasta que él insultó a su madre. “Me di cuenta de que si no me respeta, tampoco respeta a mis seres queridos”.
La segunda señal es el miedo a decir “no”. Aceptas propuestas incómodas (por ejemplo, mudarte a otra ciudad) porque tienes miedo de su reacción.
Los psicólogos lo llaman “síndrome del rehén”: uno sacrifica sus propios intereses para evitar el conflicto.
El tercer marcador es el aislamiento de los seres queridos. Si él critica persistentemente a tus amigos o familiares y poco a poco vas rompiendo lazos, eso no es amor, es control.
La cuarta y más peligrosa señal es el sentimiento de culpa por sus problemas.
"Él bebe porque no soy lo suficientemente buena". "Él me engaña porque soy mala en la cama". Tales actitudes conducen a la pérdida de la autoestima.
Caso real: Elena, de 35 años, admitió tras el divorcio: “Pensé que merecía su humillación. La terapia me ayudó a entender: él es sólo un manipulador”.
¿Cómo liberarse? Empieza por algo pequeño: recupera un pasatiempo olvidado o pide una cita con alguien que has estado evitando durante mucho tiempo.
Si tu pareja reacciona con agresividad esto confirma el problema. Recuerde: las relaciones saludables se basan en el respeto, no en el sacrificio.