El mayor destructor de relaciones son los celos. ¿De dónde vino y qué hacer con él para no estropear la relación?
En primer lugar hay que decir que los celos hasta cierto punto son normales.
Es importante distinguir entre los celos patológicos, que es cuando sospechas y te ofendes cuando tu pareja se divierte con otra persona durante una fiesta, sale a tomar un café con un amigo o te cuenta sobre un almuerzo con un colega.
¿De dónde viene este comportamiento? En pocas palabras, los celos son un signo de inseguridad.
Generalmente nos ponemos celosos cuando no nos damos cuenta de nuestro propio valor, cuando tenemos miedo al rechazo, a la pérdida o cuando dudamos de nosotros mismos.
Por lo tanto, sólo podemos controlar los celos cuando entendemos que no se trata tanto del comportamiento de nuestra pareja como de nuestra actitud hacia ella.
Después de darnos cuenta de esto, podemos elegir cómo comportarnos. Los sentimientos en sí mismos no suelen ser el principal problema. Sólo comienza cuando permites que los celos te consuman y tus emociones salen sin control.
¿Y cómo prevenir esto? En lugar de sentarte en casa preguntándote qué está haciendo tu pareja con sus amigos en el bar y por qué no responde a tu mensaje de texto, ponte a trabajar. Sal a caminar, ve al cine o habla con un amigo. No dejes que tu cabeza piense en tiempo real en algo de lo que simplemente no sabes nada.
Pero si ya necesitas hablar con tu pareja y demostrarle que estás celoso, intenta expresarlo sin agresividad, remordimiento y respeto hacia tu otra mitad.
Si bien las estrategias anteriores pueden ayudarte a lidiar con los celos cuando los sientes, no son suficientes por sí solas. Si tiendes a controlar el teléfono y las redes sociales de tu pareja, intenta trabajar en tu confianza en ti mismo, tu respeto y tu relación contigo mismo. Y no olvides que tu pareja te eligió precisamente porque eres quien eres.
Por supuesto, todo lo anterior también se aplica a un hombre celoso.
