No es ningún secreto que una persona que está perdidamente enamorada de su otra mitad puede cambiar.
Hasta hace poco, los científicos no entendían por qué sucede esto y qué razones empujan a los amantes a hacer trampa. El descubrimiento resultó no menos extraño.
El personal de la Universidad Estatal de California estaba buscando una respuesta a esta pregunta. Los resultados fueron publicados por la revista Deviant Behavior.
Según los expertos, el nivel de las relaciones románticas no influye en la conciencia de los amantes y no ofrece ninguna garantía en términos de fidelidad conyugal.
Si una persona decide hacer trampa, no se la puede detener. No importa lo maravillosa que pueda ser la relación de pareja.
El hecho es que la decisión se toma inconscientemente y el resultado depende de motivos y actitudes internas, así como de las cualidades morales del individuo.
Es decir, la traición no se ve afectada por la falta de amor, las relaciones íntimas o la pasión.
Los investigadores llegaron a estas conclusiones durante una encuesta realizada a 2.000 voluntarios casados.
Resultó que el único factor que impide que uno haga trampa es la devoción a la relación existente.
El riesgo de adulterio en este caso se reduce en un 78%.
Las demás condiciones no tienen efecto alguno sobre la fidelidad de los cónyuges.