Antes de poner fin a la relación y solicitar el divorcio, se aconseja a los cónyuges que piensen, consulten a un psicólogo e intenten encontrar una solución que pueda salvar a la familia.
En algunos casos, este consejo no funciona, y se trata principalmente de situaciones en las que la decisión de divorciarse la debe tomar una mujer.
Los expertos nombraron tres ejemplos en los que una mujer no debería pensar en cómo salvar una relación, sino que simplemente puede dejar a su marido o pareja.
En primer lugar, es violencia.
Todo puede comenzar con una manipulación ordinaria por parte de un hombre y terminar con violencia física real.
En este caso, los psicólogos utilizan el término “violencia doméstica”, que puede significar diferentes formas.
En cualquier caso, cuando se trata de agresiones, no debería haber esperanzas de que la situación mejore.
En segundo lugar, tener hijos.
Es bastante natural que una mujer quiera ser madre. Sin embargo, no todos los hombres piensan seriamente en la procreación.
Pero este no es el caso cuando una mujer puede sacrificar la oportunidad de ser madre sólo para mantener al hombre que le gusta en su vida. En este caso, el divorcio no será el final de la relación, sino el comienzo de una nueva vida.
En tercer lugar, la presencia de dependencia.
Podría ser cualquier cosa: adicción al juego, alcoholismo, sustancias ilegales, etc. Es importante distinguir los malos hábitos de la enfermedad y la renuencia de una persona a luchar contra la adicción.
En cada uno de estos casos, los expertos sugieren pensar primero en los límites personales, las metas y una vida feliz, y no en el qué dirá la gente.