El psicólogo Stanislav Sambursky habló sobre el complejo de Don Quijote en los hombres

08.04.2023 20:58

El caballero andante de la novela de Miguel de Cervantes llegó una vez a la conclusión de que necesitaba urgentemente una mujer de la que enamorarse, ya que Don Quijote sin amor es como un árbol sin hojas.

Más tarde, en psicología, se formó un concepto: un hombre con un complejo de Don Quijote, explica el psicólogo clínico "Clínica del Doctor Anikina", autor del canal Zen "Psicólogo Ecológico" Stanislav Sambursky .

El romance con el “caballero” es rápido. Un hombre "noble" sorprende a una dama con su perseverancia y sus hermosos discursos. Luego desaparece instantáneamente y reaparece al cabo de un rato, sin olvidar argumentar de manera plausible su ausencia.

En este momento, la mujer experimenta una serie de sentimientos inspirados. Está feliz y asombrada de haber recibido un tesoro sin precedentes. Pero la euforia llega a su fin, porque se marcha de nuevo. La víctima inocente cae en la frustración, la ansiedad y la angustiosa anticipación de la llamada.

El complejo de Don Quijote se caracteriza por el hecho de que un hombre necesita arrebatos emocionales, energía y pasión en una relación. No tolera la vulneración de la libertad y exige la sumisión total de la mujer.

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En este momento, un corazón tierno sufre de incertidumbre sobre sus sentimientos y acciones futuras. Una mujer necesita un plan mínimo para el futuro, y cuando inicia una conversación sobre este tema, decide expresar sus quejas y su propia opinión, "Don Quijote", se evapora. Lo único que queda son recuerdos agradables y un corazón roto.

No tolera las deficiencias. Necesita una musa sumisa y hermosa que siempre esté de acuerdo con él, lo elogie y le dé amor. Pero tan pronto como muestra carácter, declara insatisfacción y no está de acuerdo, el mito de su perfección deja de existir. El hombre terrenal no le seduce. El “caballero” parte para buscar a quien una vez más lo envolverá en euforia.

Un hombre imaginó un ideal inexistente de mujer y lo convirtió en un fetiche. Tiene miedo del apego entre las personas, la responsabilidad y el alejamiento de un estándar ficticio.

El mundo imaginario es hermoso y genera emociones extremadamente positivas, mientras que el mundo real da miedo. Seguir este escenario provoca un comportamiento aditivo: al separarse de una pareja imperfecta, instantáneamente se enamora de una nueva musa, la pone en un pedestal y la convierte en el centro de sus fantasías eróticas. Pero después de un tiempo, la naturaleza ilusoria de la percepción vuelve a colapsar.

Y así en círculo, una y otra vez. Una persona se esfuerza por encontrar una nueva fuente de endorfinas, cuyo recurso clave es el amor. Para no caer en tal adicción es necesario provocar la liberación de endorfinas de otras formas: deportes, eventos culturales, viajes, etc.

Además de la adicción a las endorfinas, un hombre con complejo de Don Quijote tiene un infantilismo pronunciado. Los individuos infantiles son irresponsables, no piensan en las necesidades, sentimientos y deseos de otras personas y, como resultado, son egoístas.

Vale la pena señalar que este complejo afecta a menudo a hombres casados que no se jactan de buscar musas sumisas, sin pensar en el divorcio.

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