Un niño pequeño no tiene suficiente experiencia en la vida, por lo que puede cometer errores de la nada. No debe preocuparse por esto, porque es con la ayuda de los conos rellenos que el bebé mejora, adquiere conocimientos y algunas habilidades.
Los padres están de acuerdo con esto, pero no siempre pueden mantener la calma. El niño puede desobedecerlos abiertamente y poner a prueba la paciencia de quienes lo rodean. En este caso, los adultos comienzan a sospechar que algo anda mal y a pensar en lo que hay detrás de lo que está sucediendo.
La desobediencia de un niño puede deberse a diversos motivos. Los psicólogos han identificado los más comunes entre ellos.
el niño esta cansado
En este caso, el niño será caprichoso y no escuchará lo que le digan los adultos. Así declarará su condición, porque no entenderá lo que le sucede, cómo expresar con palabras lo que está sucediendo.
Mamá y papá pueden agravar la situación si empiezan a enfadarse porque el bebé está jugando o siendo travieso.
Sin interés en la solicitud.
Cualquier información se puede presentar de diferentes formas. Si lo hace aburrido, el niño definitivamente no hará lo que le pidieron.
En tal situación sólo se entristecerá y eludirá sus acciones. Estará involucrado en el proceso y obedecerá sólo si aborda la organización de cualquier proceso de la manera más creativa posible.
Enojo
También puede estar escondiéndose detrás de un mal comportamiento. Los padres podrían negarle algo al niño, hacerlo por su propio bien, por ejemplo, impedirle que coma un kilo de dulces.
El niño se enojará y no entenderá por qué los adultos, como le parece, lo ofenden. Puede que no sepa cómo expresar sus sentimientos con palabras, por lo que simplemente se portará mal, rechazará a mamá y a papá y se resistirá a todas sus acciones.
Estrés emocional
Puede provocar lloriqueos, lo que a veces vuelve locos a los padres. Este comportamiento suele deberse a la ansiedad. El niño puede ver cómo mamá y papá se pelean, cómo los padres no hablan.
Quizás no comprenda que la irritación no anula el amor, que puede surgir por motivos realmente insignificantes y que no tienen nada que ver con él.
En tales situaciones, conseguir la obediencia de un niño parece imposible. Pero, de hecho, simplemente es necesario eliminar las razones dadas para recuperar el control de la situación.