La mayoría de las personas sonreirán felices e incluso agradecerán a alguien que les desee buena suerte antes de una tarea importante o una prueba seria.
¡No es así! Mantén los ojos abiertos, porque hay tres razones por las que todo puede salir mal, incluso si no eres pescador o actor en un club de teatro.
Te contamos por qué no es costumbre desear buena suerte, aunque no seas ni mucho menos supersticioso.
Primero debemos recordar a la deidad pagana, que se llamaba Moloch. Se menciona en la Biblia, el Antiguo Testamento, el Tercer Libro de los Reyes y en particular en el profeta Jeremías.
Moloch era considerado el dios de la suerte y la fortuna. La gente talló este ídolo en plata. Frente a él se colocó una sartén con aceite hirviendo y detrás una estufa encendida.
Los bebés fueron sacrificados a la deidad, que prometió todo un año de buena suerte y suerte en todos los esfuerzos.
Es decir, la palabra "suerte" se asocia con miles de víctimas inocentes llevadas al antiguo ídolo.
Los primeros cristianos conocían muy bien el pasado sangriento de la deidad, por lo que consideraban desear buena suerte como uno de los terribles castigos.
Archimandrita Cleofas escribió sobre esto en sus escritos, quien señaló que desear buena suerte a un cristiano es un intento de atraer a Moloch sobre él y, por lo tanto, esto es un pecado.
No estaría de más recordaros que los creyentes cuentan con la voluntad del Todopoderoso y no con la suerte de Su Majestad. Una opinión similar se mantiene en el Islam.
Pero incluso los ateos convencidos te mirarán de reojo si deseas buena suerte a un cazador o a un pescador.
Estas personas, después de escuchar las palabras de despedida, generalmente regresaban de pescar sin nada.
Además, no desee buena suerte a los médicos. Para ellos, esta palabra promete dificultades y problemas.
Y antes de subir al escenario, incluso quieren que los artistas se rompan la pierna (según la antigua tradición inglesa) o algún otro problema.
Para información
La suerte es una valoración subjetiva de una situación con una combinación favorable de circunstancias independientes del azar que contribuyen a un aumento del bienestar.