Pocas personas saben que la expresión sobre la lentitud en la toma de decisiones "más vale tarde que nunca" la dijo el historiador romano Tito Livio, que vivió en el año 59 a.C. mi. - 17 d.C. mi.
En sociedad, la frase se pronuncia con reproche, pero ese no es el punto.
Científicos de EE.UU. e Israel decidieron comprobar qué tan cierto es este dicho según los estándares modernos.
En este tema trabajaron representantes de la Universidad Estatal de Ohio y del Instituto Tecnológico de Israel.
Los resultados fueron publicados por la Revista de Psicología del Consumidor.
Se encuestó a más de 3,8 mil estadounidenses. Se les pidió que dijeran cómo reaccionarían los caballos ante regalos tardíos.
Resultó que aquellos que llegan tarde con un regalo se preocupan más por las perspectivas de la relación que por la persona a quien está destinado el regalo.
Las felicitaciones inoportunas tampoco se perciben como algo negativo y no cambian la actitud hacia la persona.
Sin embargo, el riesgo de que la relación se deteriore aumenta con la duración del retraso.
Es posible evaluar objetivamente la situación sólo si la persona que llega tarde con las felicitaciones se pone en el lugar de la persona a la que debería haber felicitado a tiempo.
Es poco probable que esto corrija la situación, pero esta práctica reducirá el nivel de ansiedad.
Pero como muestra la encuesta, no hay necesidad de preocuparse por el desarrollo de las relaciones.