¿Conoces esa sensación que tienes cuando tu feed de noticias parece “leer tu mente”?
Esto no es paranoia. Los algoritmos de las redes sociales analizan no sólo tus “Me gusta”, sino también tu tiempo de actividad, las pausas mientras te desplazas e incluso la frecuencia con la que tocas la pantalla.
Por ejemplo, si estás pegado a un anuncio de zapatillas a medianoche, el sistema te marcará como objetivo para ofertas "calientes" por tiempo limitado.
Esto provoca compras impulsivas: tienes miedo de perderte algo, aunque hace un minuto ni siquiera habías pensado en esas zapatillas.
El blogger Jake de Chicago confesó cómo perdió 6 horas al día a lo largo de un mes, mirando un sinfín de videos cortos.
“Eliminé la aplicación, pero otra plataforma me enganchó con lo mismo: transiciones abruptas, música alta y hashtags intrusivos. Es como una trampa: cuanto más miras, más difícil es parar."
Estos algoritmos funcionan como máquinas tragamonedas: tiras de la palanca (desplazarte) con la esperanza de ganar (un nuevo meme o idea), pero lo único que obtienes es un aumento de cortisol y una sensación de vacío.
Uno de los desarrolladores del algoritmo admitió una vez:
“Diseñamos sistemas que son ligeramente adictivos. Ahora se han convertido en monstruos que buscan llamar la atención".
Tu trabajo no es alimentarlos. Empiece por algo pequeño: hoy, 10 minutos en lugar de una hora; mañana, desplazamiento consciente.
En una semana, notarás cómo tu cerebro deja de exigir una “dosis” y la vida se llena de acontecimientos reales y no de espejismos digitales.