Como sabes, los perfeccionistas son personas que exigen mucho su apariencia, su comportamiento y su trabajo.
Lo mismo puede decirse del perfeccionista emocional, sólo que esta vez la atención se centra en cómo se siente.
Este término llegó a utilizarse gracias a la mano ligera de la psicóloga Annie Hickox, quien lo propuso en 2016.
Desde el punto de vista de un especialista, el perfeccionismo emocional aparece cuando una persona experimenta emociones sobre las emociones, es decir, cuando reprime todos aquellos sentimientos que, en su opinión, son indignos.
Las personas con este tipo de pensamiento suelen repetirse a sí mismas: “No debería hacer esto” o “No debería enojarme”.
Su origen es el malestar que experimentamos debido a las emociones negativas de otras personas.
Las razones del surgimiento del perfeccionismo emocional no son tan pocas: las personas pueden nacer con exigencias infladas hacia sí mismas o el mundo que las rodea, o pueden adquirir esta cualidad como resultado de la educación o la exposición al entorno cultural.
En ocasiones este tipo de perfeccionismo se produce debido a reflejos. En particular, estamos hablando de un reflejo protector, cuando una persona quiere a toda costa proteger a sus seres queridos de las experiencias provocadas por la ira o la tristeza.
Para superar esta cualidad, debes recordar que las emociones no se dividen en buenas o malas; debes intentar volverte emocionalmente "tolerante".
Practica mindfulness: cuando sientas una emoción, analiza qué hay detrás, qué te está diciendo.
Habla abiertamente sobre tus sentimientos y necesidades, intenta desarrollar flexibilidad emocional, deja de lado el deseo de controlarlo todo y aprende de las emociones negativas.
Y, por supuesto, si existe tal necesidad, busque ayuda de sus seres queridos o de un especialista.