Si quieres agradarle a la gente y comunicarse contigo, debes esforzarte mucho.
Una persona educada siempre mostrará delicadeza en una conversación para no poner al interlocutor en su contra.
Pero las personas sin tacto no se enfrentan a tales complejidades: rara vez piensan en cómo los demás perciben sus palabras y acciones.
Una persona maleducada puede señalar inmediatamente todos sus defectos, sin pensar que está haciendo algo malo. Por ejemplo, puede centrarse en una apariencia cansada, aumento de peso o cabello descuidado.
Por lo general, estas cosas deben decirse con mucho cuidado, incluso a personas cercanas. Una persona sabe incluso sin sus comentarios que hoy, por ejemplo, no durmió lo suficiente. Como resultado, es posible que la apariencia no sea la mejor. Sin embargo, nadie quiere que se hable de él.
Una vez más, vale la pena recordar que las cuestiones financieras se plantean con mucho cuidado incluso entre amigos cercanos. Este tema se considera delicado.
Las personas educadas no hacen preguntas sobre ingresos o gastos. Por tanto, debes moderar tu curiosidad.