Los huéspedes suelen ofrecer su ayuda a los residentes de los apartamentos. Por ejemplo, lavar los platos.
Se debe agradecer al visitante que hizo tal propuesta. Sin embargo, sus “servicios” deberían ser rechazados.
Después de todo, es deseable que la limpieza de los platos recaiga en la persona que vive en la casa.
Este podría ser el dueño del apartamento. Estos podrían ser miembros de su familia.
Como último recurso, esta tarea se puede confiar a un pariente lejano.
Pero un huésped que no sea pariente de los residentes no debe lavar los platos.
Según los carteles, un huésped que devuelve la limpieza a los platos en una casa ajena elimina no solo la suciedad, sino también el bienestar de la familia que lo invitó.
Se cree que la situación se complica si, mientras lava los platos, el visitante felicita al propietario.
Las frases “Tu casa es acogedora”, “Eres muy hospitalario” o “Tienes una familia maravillosa”, en este caso representan un grave peligro, a pesar de su significado positivo.
Según la leyenda, el propietario de un apartamento que escuche estas palabras de un huésped que lava los platos puede perder lo que se menciona en el elogio.