A veces piensas: "¿Por qué es imposible hablar tranquilamente con una persona? ¡Lo que no es una conversación es una confrontación total!" La respuesta es sencilla: es un provocador que busca convertir cada conversación en una discusión y un insulto. ¿Quién es él y qué debemos hacer con él? Lo cuenta el psicólogo Stanislav Sambursky .
Estas son sus características distintivas:
El conflicto tiene dos fuentes: la primera es un patrón de comportamiento, la segunda es un trastorno de la personalidad (asociativo, narcisista, límite). Cuando el interlocutor no piensa en su propio comportamiento, se concentra en agravios pasados, se esfuerza por ser el centro de atención, divide a las personas en buenas y malas y es vulnerable a las solicitudes, lo más probable es que se trate de una persona en conflicto.
Es extremadamente desagradable estar cerca de él. Es difícil contenerse y no levantar la voz, permanecer indiferente ante el ataque y no empezar a discutir. El rival quiere exactamente eso y, después de esperar, celebra la victoria.
Existe un antídoto para este “veneno”. Stanislav Sambursky enumera cinco formas de comunicarse eficazmente con esta categoría de personas:
1. No tomes las palabras habladas como verdad. Todo lo que dice la persona no es cierto. Su tarea es desequilibrarlo. La defensa y la justificación dan lugar a argumentos sin sentido. Piensa en otras personas con las que te comunicas: no quieren gobernarte, te aceptan tal como eres, es bueno estar con ellos.
2. Apaga tus emociones. No reaccione ante una diatriba de conflicto, deje que la persona “hable”. Puedes decir: “Cuando termines, responderé”. Mantenga la calma y no demuestre que los datos del habla lo “conmueven”. La confianza y la paciencia le ayudarán a mantenerse mentalmente fuerte. Después de todo, responder a un ataque emocional demuestra debilidad, lo que sólo alimenta la agresividad del oponente.
3. La información objetiva es la cabeza de todo. Si no se puede evitar la comunicación con una persona así, entonces debe estar siempre preparado para ello. La herramienta principal aquí son los hechos. Desarman al argumentador. Si la información objetiva no alcanzó la meta la primera vez, regrese al punto "2": escuche sin emociones y no interrumpa. Cuando la fuerza del polemista llega a su fin, la respuesta vuelve con hechos que no tienen evaluación y explicaciones incómodas. La conciencia ayuda a “aplastar” al agresor.
4. Descubra cómo la persona quiere resolver el problema. El oponente estará satisfecho con su interés en el conflicto, pero precisamente por eso su alegría se agotará. Diga con calma: “Estás hablando de un problema. Es obvio que te está molestando. Podemos concluir que sabes cómo solucionarlo. Ofrece tus opciones." En la mayoría de los casos, está claro que no se puede hacer lío con un agresor. No tiene idea de esto y se siente importante. Dejemos que justifique esta confianza con la ayuda de una lluvia de ideas.
5. Involucrar al público. Por ejemplo, su compañero de trabajo "se burla" todos los días. En el próximo ataque, respóndele en voz alta, para que todos puedan oírlo, o mejor aún, interviene: “Mira, no es capaz de aportar al menos una prueba”, “Estos son más ataques personales sin sentido, ¿te parecen útiles?” información en ellos?”, “Mira”, es incapaz de controlar sus emociones”, etc.
Es importante añadir una aclaración al quinto punto. No es aplicable a un agresor sofisticado. No se permite que terceros se comuniquen con él. Recuerde, no puede cambiar a esas personas, pero depende de usted responder o no a sus ataques.