¿Te pueden despedir por realizar tareas? ¡Cómo! Injusto, dices, pero todo depende de la situación.
Cuando una persona trabaja en beneficio de la empresa y se sacrifica por ello, el despido es inhumano. Pero cuando el esfuerzo se transforma en una herramienta de elogio y beneficio personal, las cosas toman un rumbo diferente. El psicólogo Stanislav Sambursky hablará a los lectores de la publicación online Belnovosti sobre el "síndrome del estudiante excelente".
Por ejemplo, tomemos la historia de una mujer. Digamos que es Masha. Tiene dos hijos y un marido maravilloso. Ama con locura su trabajo y lo realiza cinco días a la semana con el alegre deseo de volver a ser elogiada por su jefe. Vale la pena señalar que ella no es una trabajadora perfecta. Esto se manifiesta en deficiencias periódicas y falta de atención. Pero su jefe la adora por su iniciativa, rapidez y disposición para quedarse hasta tarde. La pone como ejemplo para el equipo y quiere que todos trabajen como Masha.
El cuento de hadas no dura para siempre y el amado Ivan Ivanovich se retira. Su lugar lo ocupa el maduro y no menos experimentado San Sanych. Masha está molesta, pero no pierde la esperanza de destacarse frente a él: llega antes, se va más tarde, acepta las reuniones y trae informes antes de lo previsto.
Pero en lugar de elogios, la regañan. San Sanych ve sus errores y no los perdona. En texto directo dice que hay que trabajar por la calidad, no por la velocidad. Que el informe se entregue el último día, pero sin errores. Masha se enoja, se enoja y trata con todas sus fuerzas de corregir la situación. La reputación está amenazada: ahora “no es la mejor”. Los problemas del marido y de los hijos pasan a un segundo plano. Pero todos los esfuerzos son en vano. A Masha se le pidió que escribiera por su propia voluntad.
Ella preguntó: “¿Por qué? ¿Para qué? ¡Trabajo más duro que los demás! A esto San Sanych respondió: “Precisamente por esto. Tu diligencia te ha fallado. No trabajó para el beneficio de la empresa. Sólo quería una cosa: mis elogios y el reconocimiento de mis colegas. Pero no necesito esto. Mis empleados deben ser responsables y no pensar en el beneficio personal."
El síndrome del estudiante excelente se caracteriza por el deseo de ser el mejor, de convertirse en objeto de envidia e imitación. Los elogios impulsan a una persona a realizar más “hazañas”. Se trata de una adicción que te impide vivir y trabajar para tu propio placer, experimentar la alegría de las pequeñas cosas y de lo verdaderamente valioso.
Masha trabajó para obtener aprobación y parecía una niña pequeña que hace todo lo posible para conseguir dulces más rápido. Es importante comprender que los elogios no deben ser un fin en sí mismos. Es sólo una adición a las acciones principales.
Vivir para los elogios es difícil. Deshacerse del síndrome del estudiante excelente no es fácil y la terapia es la mejor ayuda para ello.