Se suele aconsejar a los padres que no prohíban al niño expresar sus emociones, que no le obliguen a compartir juguetes si no quiere y muchos otros consejos diferentes y útiles.
Estas prohibiciones le impiden expresar sus emociones y sentimientos, lo que tiene consecuencias negativas para su desarrollo.
Pero también hay problemas de conducta que no se pueden ignorar.
Si un niño tiene la costumbre de interferir con los adultos en las conversaciones, debe dejar de hacerlo.
De lo contrario, creerá que tiene derecho a que toda la atención de los adultos se centre únicamente en él.
No puedes quedarte impasible si un niño ofende a los débiles, hermanos, hermanas o amigos.
Si no interviene, a la edad de 7-8 años ya será un hábito arraigado con el que será difícil luchar.
Los niños pueden ser astutos y fingir que no escucharon lo que los adultos les pidieron que hicieran.
En lugar de repetir tu petición, acércate a él y díselo para que pueda escucharte con seguridad.
Cuando los niños comienzan a poner los ojos en blanco, a volverse groseros o a reaccionar emocionalmente, están tratando de evaluar la reacción de sus padres.
Si no detiene estos intentos de inmediato, puede pagar un alto precio por ello en el futuro.
Y, por supuesto, es necesario regular el comportamiento de un niño que empieza a mentir, exagerar o hacer lo que quiere sin el permiso de sus padres.
Recuerde que en cada uno de estos casos es importante comprender el motivo del comportamiento y no solo amenazar o castigar.