Siempre vale la pena recordar que los niños crecen y se convierten en las personas para las que los criamos.
Ya sea intencionadamente o sin malas intenciones, nosotros somos los culpables de su egoísmo.
No todo el mundo ve esto como un problema y cree que cuidar los intereses personales es la norma. Sin embargo, más tarde usted mismo enfrentará las consecuencias del egoísmo de sus propios hijos cuando se conviertan en adultos.
Muchos niños dejan de apreciar las cosas y los regalos sólo porque reciben las mejores y más caras cosas a pedido. Esto fortalece su creencia en los valores materiales.
Por lo tanto, trate de enseñarle a su hijo la modestia y la gratitud.
A veces los padres construyen sus vidas en torno a los intereses de sus hijos, olvidándose por completo de ellos mismos y de sus necesidades personales. El niño empieza a pensar que así debe ser.
Por lo tanto, estos niños crecen como egoístas.
A veces la situación puede ser diferente: si un niño recibe poco porque mamá y papá están demasiado concentrados en sí mismos, entonces comienza a cuidar de sí mismo.
Con el tiempo, esto puede convertirse en un verdadero egoísmo.