Muchos padres admiten honestamente que la adolescencia de sus hijos fue objetivamente el período más difícil de la vida.
La mayoría de las veces, el problema radica en la incomprensión y la falta de ganas de encontrarse a mitad de camino.
Para los niños pequeños, mamá y papá son las personas principales en la vida, cuya opinión es la única correcta e importante. Pero en la adolescencia la situación cambia.
A menudo, personalidades completamente diferentes se convierten en autoridades, lo que no siempre tiene un buen efecto en el adolescente y su sistema de valores.
Durante la adolescencia, los niños desarrollan pensamientos y conocimientos que antes no existían. Por tanto, cada palabra de los padres puede ser cuestionada.
Sin embargo, siempre existe la oportunidad de transmitir su posición de la manera más correcta posible.
La conexión con el niño se desarrolla a lo largo de la vida. Si pudiera instalarlo, la adolescencia transcurrirá de la forma más fluida y "sin dolor" posible.
Sin embargo, para ello es necesario ser padres ideales durante muchos años, cuyos hijos confíen plenamente en ellos.