Resulta que los niños que experimentaron el divorcio de sus padres tienen un 60% más de riesgo de sufrir un derrame cerebral en la edad adulta.
Los científicos canadienses llegaron a esta conclusión después de estudiar datos de 13.000 residentes.
Anteriormente, algunas otras condiciones sociales se consideraban factores de riesgo para este riesgo, por ejemplo, la pobreza, la muerte de un cónyuge, la edad.
Y un estudio reciente demostró que el riesgo de sufrir un derrame cerebral en la vejez también aumenta debido a experiencias traumáticas en la infancia.
Los investigadores observaron a más de 13.000 canadienses de 65 años que no habían experimentado ningún tipo de violencia infantil.
El 7,3% de ellos fueron diagnosticados de ictus.
Una persona de cada siete, o el 13,9%, dijo haber experimentado el divorcio de sus padres cuando era niño.
Los científicos han calculado: en comparación con aquellos que no experimentaron el divorcio de sus padres en la infancia, los hijos de padres y madres divorciados tienen 1,61 veces más probabilidades de sufrir un derrame cerebral.
Además, este patrón prácticamente no depende del sexo de la persona.
Los expertos han señalado que los adultos que crecieron con padres divorciados tienen un riesgo un 60% mayor de sufrir un derrame cerebral en comparación con aquellos que crecieron en familias intactas.
Los expertos citan como posible causa de este fenómeno el grave estrés que experimentan los niños durante el divorcio de sus padres.
Según ellos, el estrés provoca más frecuentes trastornos emocionales y mentales en el niño tras el divorcio de los padres.
La exposición prolongada al estrés también afecta negativamente a la salud física.