La adolescencia es una época de experimentación y búsqueda del propio “yo”.
Durante este período, los niños a menudo comienzan a buscar formas de expresarse y cambiar su apariencia a través de tintes para el cabello, inyecciones de Botox, rellenos, piercings, tatuajes, etc.
En esos momentos, los padres deben recordar que no pueden prohibir tales experimentos con sus cuerpos sin ofrecer nada a cambio.
Primero, explique los riesgos de los procedimientos clandestinos (y de salón) y luego ofrezca una alternativa digna.
Por ejemplo, considere hacerse un tatuaje temporal. Parece un boceto transferido desde papel a la piel húmeda.
La desventaja es que dicha decoración no dura mucho, pero al mismo tiempo también es una ventaja, porque el color, el tamaño y el patrón se pueden cambiar cada pocos días.
Si esta opción no te conviene, puedes recurrir a un tatuaje de henna o mehendi. Son más duraderos y pueden permanecer en la piel hasta varias semanas.
En cuanto a los piercings, hace tiempo que se inventaron los piercings falsos, que son adecuados para casi cualquier parte del cuerpo.
Deje que el niño elija el método de fijación que más le convenga: imanes, pegamento, resortes, abrazaderas.
Los piercings falsos no causan ningún dolor y lucen exactamente igual que los reales.
Por último, puedes cambiar tu apariencia con la ayuda de lentes de colores, cabello postizo, uñas alargadas o pestañas postizas. Incluso las cicatrices se pueden eliminar utilizando almohadillas especiales.
Estos cambios no dejan huellas irreparables, así que asegúrese de contárselo a su adolescente.