El hábito de morderse las uñas tiene su propio nombre: onicofagia.
Este fenómeno es bastante común: afecta entre el 20 y el 30% de las personas.
Como regla general, esta "costumbre" surge a los 3-4 años y acompaña al niño hasta la pubertad y, en algunos casos, incluso más.
Desafortunadamente, los científicos aún no pueden determinar con precisión la causa de este hábito.
Se supone que surge debido al estrés asociado a problemas en la familia. Sin embargo, no todos los investigadores están de acuerdo con este punto de vista: algunos niegan la conexión con la ansiedad y argumentan que es consecuencia del aburrimiento y la frustración.
Hay otra opinión: según los resultados del estudio, existe una relación entre este mal hábito y la hiperactividad: el 74% de los niños con este trastorno se muerden las uñas periódicamente.
Y aunque no podemos decir que el hábito de morderse las uñas sea un síntoma del TDAH, si se presentan otros signos conviene visitar a un psicoterapeuta infantil con su hijo.
Por último, la onicofagia no puede estar asociada en modo alguno a trastornos, aumento de la ansiedad o un ambiente familiar poco saludable; a veces una persona comete esta acción obsesiva de forma inconsciente.