Al comunicarse con un niño pequeño, casi todas las madres y los padres, sin darse cuenta, utilizan los llamados "mensajes dobles".
Al principio, los padres lo permiten y luego, sin explicar realmente nada, prohíben al niño realizar tal o cual acción.
La falta de criterios y argumentos claros afecta negativamente al niño.
El niño simplemente no comprende en qué casos “funciona” el permiso y en cuáles funciona la prohibición.
Como resultado, el niño desarrolla un sentimiento de culpa y ansiedad: cree que el problema está en él mismo y no en sus padres, quienes no son capaces de explicarle claramente las “reglas del juego”.
Imaginemos una situación: ayer permitiste que tu hijo comiera muchos dulces o mirara dibujos animados hasta tarde, pero hoy le dijiste que eso no está permitido.
Te parece que el niño ya entiende: "Si los padres dieron permiso, entonces es posible realizar la acción, pero si no hubo permiso, entonces es imposible".
De hecho, muchos niños pequeños están seguros: "Si mamá y papá alguna vez te permitieron hacer algo, entonces esta acción se puede repetir".
Para evitar problemas, explíquele a su hijo las “reglas del juego” de antemano. Dígale a su hijo que el capricho es único.
O establecer límites claros. Por ejemplo, "Esto se puede hacer una vez por semana".