Los padres se sienten avergonzados por las mentiras de los niños. Una vez expuesto el engañador, se le hace la pregunta: ¿de quién aprendió esto el niño?
Según los expertos, antes de empezar a culpar de todo a la sociedad, a la calle y a la televisión, los padres deberían examinar más de cerca sus hábitos y comportamientos.
Según psicólogos extranjeros, todo empieza en la familia.
Los niños suelen recurrir al engaño por miedo a ser castigados o molestar a sus padres.
Es necesario discutir la situación con calma y explicarle al niño que el engaño puede ser castigado con mucha más severidad que cualquier delito.
La atención insuficiente al niño también le enseña a mentir.
Al principio esconde algunas pequeñas cosas, pero luego la mentira se hace más grande a medida que el niño se convence de la impunidad.
Si la educación de los padres no va más allá de las amenazas.
En lugar de eliminar la raíz del problema, los padres a veces los asustan con las consecuencias, pero generalmente no llegan al castigo.
Un niño empieza a mentir cuando no siente el apoyo de sus padres.
Evidentemente, padres e hijos no pueden encontrar un lenguaje común durante mucho tiempo.
Nunca debemos olvidarnos del ejemplo personal.
Si los padres prometen, pero no cumplen su palabra, engañan al niño o entre sí, entonces no tiene sentido esperar un comportamiento diferente de los niños.