Si está planeando un vuelo con su hijo, debe prepararse con especial cuidado.
He aquí maneras gracias a las cuales hasta el travieso más inquieto se convertirá en un ángel, y los adultos disfrutarán plenamente del viaje.
En lugar de ser uno de los primeros en abordar, lleve a su hijo a caminar por el aeropuerto y visite tiendas donde pueda mirar y discutir las vitrinas.
Cuando te permitan desabrocharte los cinturones de seguridad en el avión, despeja la zona de bolsos y bultos y coloca al bebé de pie, preferiblemente cerca de una ventana. Dado que un niño se siente oprimido en un espacio cerrado donde el movimiento es limitado, incluso un poco de libertad ampliará la sensación de espacio y le ayudará a calmarse.
Lleva contigo las bebidas y alimentos que le gusten a tu bebé, y para evitar que se le congestionen los oídos durante el despegue, lleva contigo una piruleta (para un bebé, un chupete).
Lejos del alboroto y los gritos: debes comunicarte con tu hijo de forma tranquila y segura. Ni los caprichos del bebé ni las miradas de reproche de otros pasajeros deberían interferir con esto.
Asegúrese de empacar los juguetes favoritos de su pequeño y agregue un par de actividades nuevas. Además de libros para colorear, pegatinas, muñecos y soldados, puedes intentar distraer a tu hijo con los objetos más habituales: una libreta, llaves, cartera, etc.
Los niños no tendrán tiempo para caprichos si les cuentas todas las cosas interesantes y emocionantes que suceden en el aeropuerto y en el avión.
Dado que susurrar añade misterio, a veces susurra algo al oído de tu bebé como: "¿Quieres que te diga algo interesante?". Una atmósfera así absorberá la conciencia del bebé.