Cuando queda muy poco tiempo antes de que comiencen las clases, muchos niños se vuelven temerosos.
Esto es bastante normal.
Sin embargo, los padres deben ayudar a sus hijos a afrontar esto.
Es imposible resolver un problema sin una comprensión precisa de su causa. Quizás el niño se avergüenza de algunos detalles de su apariencia, no confía en sus propios conocimientos o simplemente no ha tenido tiempo de hacer amigos.
Después de esto, puedes empezar a trabajar cada uno de los miedos por separado.
Lo más importante es que el niño pueda sentir tu apoyo emocional. Por tanto, inicia una conversación confidencial y demuestra que siempre estás de su lado.
A veces los niños sólo necesitan hablar sobre sus miedos para poder deshacerse de ellos. A veces el niño se da cuenta de que no había nada que temer.
Por este motivo, es fundamental que padres e hijos tengan una relación sólida basada en la confianza incondicional.