Imaginemos una situación: estás con tu hijo en algún lugar público. Por ejemplo, en el parque, tienda y metro.
Y de repente el bebé empezó a llorar fuerte, exigiéndote algo o intentando explicarte algo.
Sí, la situación es estresante. Pero debes controlarte.
No grites ni digas frases: “¡Cálmate rápido!”, “¡Deja de llorar!” o "¡Deja de llorar!"
Mantén la calma total y di una frase salvadora.
Como resultado, lo más probable es que el niño deje de llorar.
Primero, siéntate de manera que puedas mirar a tu hijo directamente a los ojos y abrazarlo.
A continuación, dígale a su hijo o hija lo siguiente: “Por favor, respira profundamente y cuenta hasta diez”.
Con un alto grado de probabilidad, el bebé se recuperará y podrá explicar con calma el motivo del llanto.
Quizás el niño se dirija a usted con alguna petición. Si es posible, hazlo. Si no funciona, explíquele con calma a su hijo el motivo del rechazo.
Recuerde: los gritos de los padres y un tono “imperativo” no ayudan a calmar al niño. Normalmente se consigue el efecto contrario. Pero la comunicación tranquila y mostrar respeto “funcionan” mucho mejor.