Hay acciones que nunca deberían perdonarse a los hijos adultos.
Años después quizás te arrepientas, y mucho.
En primer lugar, la permisividad. Si a un niño le importa un carajo tu opinión, no puedes dejarla pasar.
En segundo lugar, la manipulación y el chantaje emocional. Por ejemplo, un niño amenaza con dejar de comunicarse con usted si no se cumple su solicitud.
No te rindas. Si un niño te ama, no dejará de comunicarse contigo solo porque le negaste algo.
En tercer lugar, los límites personales. Un niño no debe decirte cómo vivir, interferir en tus relaciones con nadie, etc.
Cuarto, la depreciación. No importa qué alturas profesionales alcancen sus hijos, no debe permitir que menosprecien sus logros.